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Cada persona es única y tiene unas características y unas vivencias personales particulares que se han desarrollado y articulado dentro un sistema de relaciones singular: su entorno familiar y social. Por otra parte, el pensamiento moderno supone que los seres humanos nos guiamos por propósitos conscientes de que se pueden lograr aplicando criterios de racionalidad. Fue Freud quien puso en cuestión esta idea de un yo unificado y guiado por la razón. Al postular la existencia de las tres instancias del aparato psíquico (el yo, el aquello y el super-yo), formuló el concepto de conflicto entre las instancias y puso de manifiesto la posibilidad de la existencia de propósitos inconscientes, opuestos al propósitos conscientes, desconocidos por la persona. De la existencia de propósitos inconscientes o en conflicto con los conscientes tenemos noticia por la angustia que sentimos, por la confusión, por un malestar difundido y inespecífic, o bien por molestias más concretas: sufrimos trastornos corporales en forma de problemas al aparato digestivo, dolores de cabeza, dolores musculares, o enfermedades más estructuradas, además de miedos más o menos intensas, fobias hasta los ataques de pánico. Estamos hablando de síntomas psico-somàtics. Tanto estos síntomas concretos, como la angustia y confusión que sufrimos, nos pueden traer a interrogarnos. A preguntarnos por la causa y el origen, remoto o próximo, del malestar que sentimos. Dirigir nuestra vida satisfactoriamente, teniendo cuento la enorme complejidad de esta tarea, es difícil. Influyen multitud de factores. Hay factores evidentes, como la eduación formal recibida, y el sistema de valores y creencias de cada uno junto con factores subyacentes: como nuestra dotación genética particular, los patrones y modelos que hemos adquirido a nuestra infancia de nuestra familia y nuestro entorno inmediato. Los patrones y modelos de comportamiento; las maneras de manejar los sentimientos y las emociones; y la forma d’establecer y mantener las relaciones personales, conforman nuestro mundo interior. El trabajo de análisis nos ayuda a manejar la complejidad de nuestra vida más satisfactoriamente, puesto que nos permito tener en cuenta variables que, sin el análisis, nos pasarían desapercibidas, (las inconscientes)y, de esta manera, tomar las decisiones cotidianas con más acierto. La tarea de el análisis es hacer conscientes a la persona sus mecanismos y deseos inconscientes, y entender como los ha adquirido. Esto le facilita poderlos abordar, resolver y satisfacer. Pero, además, entrar en contacto con nuestros deseos, desear conscientemente, y hacer los posibles por satisfacerlos, nos dota de energía, mientras que ignorarlos supone un consumo de energía. La actividad y la parálisis se alimentan de las mismas fuentes. El término bioenergètica significa energía de la vida. Aquello específico de la comprensión bioenergètica es nuestra atención atención al cuerpo. Nosotros proporcionamos a la persona que se está analizando información adicional sobre los procesos energéticos incluidos en los psicológicos; como por ejemplo la disminución de la frecuencia y la profundidad respiratorias, las tensiones musculares o los mecanismos inhibitorios. Hacer el análisis bioenergètica, pues, quiere decir tener en cuenta el factor energético: ver si la persona puede disponer, o, si, al contrario, esta está bloqueada o retenida en su cuerpo, y porqué. La sexualidad es una energía dúctil. Los estímulos que nos ponen en movimiento tienen carácter corporal, y, a la vez, manifiestan su naturaleza psicosocial en las acciones o inmovilizaciones que desencadenan. El resultado de un proceso de anàlsis psicológica y bioenergètia es una mayor integración de la persona, entre el que dice, el que siento y el que hace. De esta manera asume la responsabilidad de conducir su vida en la dirección que le proporciona mayor bienestar.
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